Dos años de impunidad
Carla: "El policía que me disparó está libre y en funciones"
Soy Carla Lacorte. El 1 de junio de 2001, cuando bajaba en Quilmes del colectivo del que volvía de la facultad, fui baleada por el oficial de la Comisaría Sexta de Ezpeleta José Salmo a la altura del corazón. Los policías perseguían a un grupo de jóvenes acusados de robar un Mc Donalds y empezaron a tirar en una calle llena de gente. Parece que para los uniformados la ganancia de una multinacional vale más que la vida.
Después de estar días al borde de la muerte, quedé paralítica, pero sobreviví. Soy la única víctima del gatillo fácil que está viva. Mi asesino, porque esa fue su intención, asesinarme, está libre, en funciones y portando un arma. Es un peligro para toda la comunidad.
Pero lo peor es que no se trata de un individuo suelto.
Casos como el de Damián Rosende, asesinado por un efectivo de Prefectura cuando iba a la facultad, o el de la joven florista de Avellaneda, solo por citar algunos, muestran que estamos frente a una institución con órdenes precisas para aniquilar.
Como se relata en la revista Veintitrés, Salmo, lleno de entusiasmo, gritó "Le dí" cuando me tiró estando yo de espaldas, "armada" con mis libros de Veterinaria. No sé si esperaría la gloria o algún ascenso por tan cobarde actitud. Después me interrogaron en el piso mientras me desangraba y me acusaban de ser "la campana" del intento de robo, e intentaron levantarme tironeándome como se ve en las últimas imágenes de Darío Santillán. ¿Casualidad o todo un "modus operandi"?
Obviamente, como en todos los casos de gatillo fácil, la policía intentó recuperar la bala con la que me tiraron y plantó un arma para eludir responsabilidades. Igualmente, la pericia balística terminó señalando a Salmo como el autor del disparo.
Y, como en todos los casos, llegó la bendición del Poder Judicial: El Fiscal General de Quilmes, Draghi, salió rápidamente en los medios a avalar el accionar policial, cuestión que reafirmó ante mí en una entrevista personal. Cabe acotar que esa entrevista se logró tras una marcha de distintos casos impunes de Quilmes por la que Draghi pasó en medio de la gente en una manera totalmente provocativa.
Cuando con amigos y familiares lo interrogamos sobre los mismos, la policía, "salvaguardando la integridad del funcionario", intentó agredirme físicamente así como a las personas que me acompañaban. Parece que se puede juzgar a todo el mundo, menos a los policías y a los poderosos cuyos intereses protegen.
En sintonía con esto, el Juez Nolfi y el Fiscal Pelayo, elevaron la causa a juicio sin pruebas fundamentales que incriminan a Salmo y que fueron requeridas en reiteradas oportunidades por mis abogados como puede verse en el expediente. Escandalosamente Pelayo afirma que tiene la "convicción personal" de que la policía no me tiró a matar y por eso no atiende nuestros requerimientos. Como corolario de esto mi asesino apenas se encuentra imputado de "lesiones culposas".
Por estas razones redoblamos, junto a otras víctimas de la represión policial y la impunidad judicial, la lucha porque se haga justicia. Realizamos todo tipo de actividades y logramos que se pronunciaran contra la complicidad judicial más de mil personalidades entre las que podemos contar a Ricardo Monner Sans, Hebe de Bonafini, Herman Schiller y decenas de legisladores nacionales y provinciales.
Dos años después de los hechos que me dejaron paralítica puedo mostrar con mi propia experiencia el matrimonio perverso entre policía asesina y poder judicial.
La violación de los derechos humanos no es un tema nuevo para mí. Mi padre fue asesinado en el golpe militar de Pinochet en Chile. Enfrenté la represión y la impunidad desde siempre y hoy veo que esto no hace más que profundizarse: los casos de gatillo fácil se siguen repitiendo, la policía desaloja predios tomados por asambleas y reprime brutalmente a obreras que quieren trabajar como en Brukman.
Pero también estoy convencida de que con la lucha y la movilización podemos derrotar esta nueva ofensiva. Está en juego la vida de muchos jóvenes, de muchos trabajadores, de gente de bien, para quedarnos parados. Tenemos que juntarnos todos para acabar con este flagelo. Es un problema de todos.
Por eso los invito a participar de la marcha que realizaremos en Quilmes, junto con otras víctimas de la represión, con motivo de cumplirse dos años de los hechos que relato.
Carla Lacorte