Declaró Alfonsín en el juicio contra Etchecolatz
“Momentito, que yo no soy el imputado”
Citado por el propio Etchecolatz como testigo y teniendo el triste privilegio de ser su testimonio la única defensa esgrimida por el genocida, hoy declaró el ex presidente Alfonsín.
Citado por el propio Etchecolatz como testigo y teniendo el triste privilegio de ser su testimonio la única defensa esgrimida por el genocida, hoy declaró el ex presidente Alfonsín.
La audiencia comenzó con nuestro planteo exigiendo el retiro de la custodia policial que nos habían colocado al lado. Al ingresar el ex presidente, integrantes de los organismos de derechos humanos de La Plata le dieron la espalda en muestra de repudio por ser uno de los garantes de la impunidad en el país.
Alfonsín reivindicó toda su política de impunidad y volvió sobre la vieja teoría del castigo a los “excesos”, refiriéndose incluso a una de las peores “ironías” de sus leyes, cuando relató cómo producto de esas normas no se podía juzgar el asesinato o la tortura pero si ¡la apropiación de bienes!
Volvió a sus viejas frases: “yo no admito que me extorsionaron” (para sacar las leyes); y aquella que dijera cuando propició el Punto Final “había que sacar al espada de Damocles que pendía sobre la cabeza de cada militar”...
Cuando se sintió molesto por las preguntas dijo “Los que tienen 30 años no saben lo que pasó... niegan la historia”... y agregó molesto pero sonriente “Momentito que no soy el imputado, ¿no?”
No, el no es el imputado, porque al no juzgarse el conjunto del plan genocida, quedan libres los que sostuvieron el genocidio con la impunidad posterior, permitiendo incluso que esos represores participaran en nuevas matanzas, ahora en nombre de la “democracia”.
La pelea actual indefectiblemente incluye que se juzgue, por ejemplo, a los más de cien radicales que fueron intendentes de la dictadura, a los que ocuparon embajadas y otros cargos públicos. Lejos está este gobierno de eso. En vez de abrir archivos, presentar las listas de los represores y sus cómplices y todo lo que desde el aparato del Estado se debería garantizar, este gobierno de políticas mediáticas, se presenta como “querellante” en las causas abiertas contra los represores, o sea como “víctima”. Denunciamos esta política cínica y tendiente disipar la responsabilidad que le cabe en juzgar a todos los responsables del genocidio.