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Crímenes de lesa humanidad: pocos juicios en curso y la mayoría de los condenados siguen en sus casas
24 de marzo, por A 49 años del golpe genocida — Política, Libertades Democráticas, Lesa humanidad, Genocidio, Dictadura cívico-militar-eclesiástica, Columnistas Vertical , Crímenes de lesa humanidad, #24M, Política, Libertades Democráticas, Lesa humanidad, Genocidio, Dictadura cívico-militar-eclesiástica, Columnistas Vertical , Crímenes de lesa humanidad, #24MHay 14 juicios en marcha y 63 causas con elevación a juicio esperando fecha de inicio. Otras 258 están en fase de instrucción. Poco más de 600 genocidas están presos de los cuales casi 500 se encuentran en arresto domiciliario. A pesar del negacionismo que buscar instalar el gobierno nacional, gracias a la incansable lucha de sobrevivientes, familiares y organismos de derechos humanos la pelea por la memoria, la verdad y la justicia sigue más vigente que nunca.
Días atrás, la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad (PCCH), a cargo de la fiscal federal María Ángeles Ramos, actualizó las estadísticas sobre las causas por delitos de lesa humanidad en la Argentina.
Según señaló en el informe, desde el año 2006, cuando se reiniciaron los juicios por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la época del terrorismo de Estado, se obtuvieron 332 sentencias, con 1197 genocidas condenados.
En la actualidad se llevan adelante apenas 14 juicios en 5 provincias, entre los que se destacan causas como “Acindar- Villazo”, en Rosario; la Masacre del Pabellón Siete en Capital Federal; Zona V, en Bahía Blanca; Comisaría Octava y Comisaría Quinta en La Plata; La Huerta y Subzona III en Mar del Plata y “D2” en Mendoza.
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En cuanto a las causas elevadas a juicio para tratarse el número asciende a 63 y 258 permanecen en la fase de instrucción. En ese contexto, suman 502 las personas imputadas por crímenes de lesa humanidad. En la fase de instrucción hay 401 genocidas procesados, fueron sobreseídas 118 y otras 158 cuentan con falta de mérito.
En relación con la situación de las personas imputadas, 615 se encuentran detenidas, 1.489 están libres y 33 están prófugas. De las 615 personas privadas de su libertad, 498 gozan del arresto domiciliario, 61 están detenidas en unidades penitenciarias y otras 56 se encuentran alojadas en la Unidad Penitenciaria N°34 del Servicio Penitenciario Federal, situada en el interior de la guarnición militar de Campo de Mayo.
Un número irrisorio si tomamos como parámetro la existencia de al menos 800 centros clandestinos de detención y exterminio (CCDyE) en el país reconocidos por el Estado: apenas un poco más de 1 represor por CCDyE fue condenado. Por eso la exigencia de la apertura de todos los archivos de la dictadura, los de las fuerzas represivas como de sus cómplices civiles es una exigencia permanente.
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Un dato que destaca el informe es que, desde 2016, la cantidad de genocidas en libertad acusados por delitos de lesa humanidad “empieza a superar —y se aleja año a año— a la de las personas sujetas a una medida de coerción”.
El proceso de “impunidad biológica” para la gran mayoría de los genocidas y sus cómplices empresarios, de la burocracia sindical y de la Iglesia católica fue garantizado por los tres poderes del Estado desde 1983 hasta nuestros días. Todos los gobiernos que han pasado por la Casa Rosada han convalidado la impunidad de la que gozan los represores, siendo sostenedores del poder económico que gestó el genocidio y que mantiene continuidad hasta nuestros días con millones de personas en la pobreza, endeudamiento externo y violencia estatal.
Una "construcción de impunidad”, que a través de los distintos gobiernos, perpetuó “la práctica genocida” que implica la desaparición forzada de personas, la represión a las luchas populares y el gatillo fácil a manos del aparato represivo del Estado, suman más de cinco mil casos desde el regreso de gobiernos constitucionales en el año 1983.
Frente a las banderas del negacionismo del gobierno de Milei y Villarruel y afirman que la cifra de los 30.000 es un invento, la tarea que llevaron y aún llevan a cabo sobrevivientes y familiares sobre recolección de datos y lugares de tortura es una manifestación clara de la verdad: fue genocidio.
Por eso este 24 colmemos las calles contra la impunidad de ayer y de hoy.
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Vuelos de la muerte, aparición de cuerpos en playas bonaerenses y juicio a los encubridores
24 de marzo, por Marea del terror — Política, Libertades Democráticas, Provincia de Buenos Aires, Genocidio, Madres de Plaza de Mayo, Dictadura cívico-militar-eclesiástica, Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), Policía Bonaerense, Detenidos desaparecidos, Villa Gesell, Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), Pinamar, Vuelos de la Muerte, Parque de la Costa, Principal bbc A3 1, Política, Libertades Democráticas, Provincia de Buenos Aires, Genocidio, Madres de Plaza de Mayo, Dictadura cívico-militar-eclesiástica, Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), Policía Bonaerense, Detenidos desaparecidos, Villa Gesell, Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), Pinamar, Vuelos de la Muerte, Parque de la Costa, Principal bbc A3 1Entre 1977 y 1978 el mar vomitó decenas de cadáveres en las playas argentinas y uruguayas. Entre ellos, el de Azucena Villaflor y el de Léonide Duquet. Eran víctimas de desapariciones, pero el Estado dijo que fue por “naufragios” y los enterró como NN. Recién este año se juzgará a algunos encubridores, incluyendo un exjuez. Aquí los documentos de inteligencia que muestran los “procedimientos”.
Hasta la pretendida sobriedad de los documentos mecanografiados puede sonar ansiosa y estridente: en un párrafo de 16 líneas de corrido y sin puntos ni apartes, el subcomisario de Chascomús Luis Calcagno describía atolondradamente los seis cadáveres que habían aparecido en distintas playas argentinas entre el 16 y el 17 de diciembre de 1978. El radiograma frenético y confidencial fue enviado a la central de inteligencia de la Policía Bonaerense.
Pocas horas después la agencia de espionaje respondió desde La Plata con un memorando secreto en el que exigía mucha más información de la suministrada. Dio 72 horas para la “misión” y, una vez cumplido el plazo, llegó desde la base de Chascomús un extenso escrito que intentaba explicar cómo fue que aparecieron desparramados en las orillas tantos cuerpos y en tan pocos días.
El documento comenzaba argumentando por qué los sumarios de todas esas muertes habían sido catarulados como “Presunto homicidio”, algo que el comando central de inteligencia interrogó casi a modo de cuestionamiento. “Es la consecuencia de haberse descartado un accidente, por cuanto en los últimos tiempos no se han producido naufragios ni otro tipo de hecho similar al cual pudiera atribuírsele la aparición de los cadáveres”, fue la respuesta al respecto.
“Las causales de los fallecimientos fueron como consecuencia de fractura de cráneo, piernas, brazos, con aplastamiento de tórax”, decía el escrito secreto, amparándose en los dictámenes médicos. “En síntesis, politraumatismos y fracturas de cráneo, producidas por caída de altura”, concluía. Pero, ante tantas certezas, se imponía una duda clave: “Todos los cadáveres se encontraban en completo estado de descomposición, impidiendo lograr su identificación”.
Por último, el memo actualizaba la lista de cadáveres encontrados en las playas durante esos dos días, ampliada de seis a nueve: cuatro en Mar de Ajó (todos el mismo día, el 16, pero en distintos horarios entre la mañana y la noche), dos en Mar del Tuyú, uno en San Bernardo, otro en San Clemente y hasta uno en Punta Rasa, el cabo donde se unen el Río de la Plata con el mar argentino.
Todo este material secreto salió a la luz cuarenta años después de aquellos días de aguas turbulentas y mareas negras en la costa argentina. Los publicamos en el libro El ojo que espía: Paseo por la mirada de la Dippba, uno de los organismos de espionaje más importantes de la historia argentina. La Dirección de Inteligencia de la Policía Bonaerense funcionó entre 1946 y 1998 y, a lo largo de casi medio siglo de espionaje, logró convertirse en una de las agencias más importantes de la historia argentina.
Uno de esos documentos desclasificados por la Comisión Provincial por la Memoria lleva la firma de la jefatura de la Unidad Regional de Chascomús, una de las tantas en las que se dividía el organismo de inteligencia bonaerense, y la que específicamente operaba en la zona de esas localidades balnearias.
Después de detallar las circunstancias en las que aparecieron los cuerpos y los rasgos que éstos presentaban, la Seccional aclaró en el último párrafo que el día anterior al envío del documento había recibido “precisas directivas” acerca del “procedimiento” a adoptar para el caso de que se produjeran “nuevos hallazgos”. El entrecomillado del texto original en el vocablo “procedimiento” resulta por demás sugestivo: denota un código compartido, acaso encriptado. Una palabra que refiere a algo que no es lo que la propia palabra significa; recurso muy común para dejar afuera al ajeno si es que esos documentos se filtraban.
De todos modos, no resulta difícil imaginar de qué se trató tal “procedimiento”: los cadávares fueron rápidamente enterrados como NN en cementerios de la zona y el asunto decidió ser silenciado, tal como se pudo comprobar décadas más tarde gracias a las reaperturas de causas por delitos de lesa humanidad y el trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense.
Durante muchos años aquellas causas por “Presunto homicidio” derivaron en manos del juez penal de Dolores Carlos Facio del mismo modo que lo hicieron los cuerpos arrojados al mar: hacia el ocultamiento. Ahora, tanto el magistrado como el médico policial Miguel Cabral, el exfuncionario municipal del partido de Lavalle Juan Domingo Montenegro, y los uniformados Domingo Martínez, Alberto Martínez, Emilio Luchetti, Juan Antonio Estrada, Mario Castronuovo, Ednio Llorens y Francisco Aristegui aguardan el inicio del juicio por encubrimiento que, se supone, iniciará este mismo año en los Tribunales de Mar del Plata.
Con todo, la apertura de estos archivos del espionaje estatal durante la Dictadura dan cuenta de la tensión que generó en el gobierno militar las olas de cadáveres sobre las playas argentinas en diciembre de 1978. Si bien ya se habían registrado otros casos similares, fue en esa época cuando el tema causó mayor preocupación. Significaba para la Dictadura algo que ésta no quería que sucediera ni tampoco imaginaba que así fuera: la aparición de quienes no sólo se desaparecían, sino que además se negaban.
Lo que la Dippba registró y ahora reproducimos son apenas un pequeño universo de un número difícil de cuantificar: ¿Cuántos cuerpos aparecieron en playas recónditas, lejos de la presencia humana? ¿Y cuántos fueron enterrados en lugares que aún no se pudieron hallar? Es dable pensar que, ante la conmoción que generó en la Dictadura la aparición de tantos cuerpos en tan pocos días, el “procedimiento” mencionado entre comillas incluía también dejar de comentar esta situación en documentos escritos.
No por casualidad a partir de entonces las agencias de espionaje dejaron de referirse a los cadáveres que el mar siguió vomitando. En los memos furtivos se observa con claridad que ni siquiera los servicios de inteligencia podían evitar reproducir lo evidente: la única forma que había de explicar la aparición de esos cuerpos era a través de “caídas de altura”. Un eufemismo ridículo: ¿de qué otra forma habían llegado al mar esos cuerpos sino a través de los vuelos de la muerte?
Los servicios de Inteligencia dejan de aludir a un asunto por dos motivos: el tema ya no reviste interés o, por el contrario, se dio inicio a la fase operativa. La de la acción en base a la información. Que, en este caso, significó sepultar a éstos sin mencionar nada al respecto, para no dejar rastros sobre ubicaciones ni identidades. Un año después, Jorge Videla dejaría más clara la operatoria en una conferencia reproducida por todo el mundo: “El desaparecido es una incógnita. Si el hombre apareciera, tendría un tratamiento equis. Y si la aparición se convirtiera en certeza de su fallecimiento, tiene un tratamiento zeta. Pero mientras sea desaparecido no puede tener ningún tratamiento especial. Es una incógnita. No tiene entidad, no está. Ni muerto, ni vivo. Está desaparecido”.
En Villa Gesell también
“Recuerdo seis cadáveres, pero no se podían identificar. La mayoría tenía las manos cortadas o le faltaba la cabeza. Además estaban deteriorados por la acción del mar y de los peces. Fue algo horrible. Nos pidieron que los dejásemos en un pasillo de la Comisaría. Los apilaron ahí y después no supimos nada más”. Así lo recordó Ernesto Manzo en una charla que compartimos el 24 de marzo de 2016 en Villa Gesell a 40 años del golpe de Estado. En diciembre de 1978, cuando ocurrió eso que relató, Manzo era miembro del entonces incipiente cuerpo de bomberos de Gesell y acudió a una playa cercana al muelle de esa localidad por un llamado de la policía sin imaginar con lo que allí se iba a encontrar.
El único cuerpo aparecido en las playas geselinas que pudo ser identificado fue el de Santiago Villanueva, militante de la JUP y secuestrado el 26 de julio de 1978 en el centro clandestino El Banco y luego en El Olimpo.
Manzo falleció en 2018, pero en todos los años previos fue uno de los pocos testigos de estos hallazgos macabros en la costa bonaerense que se animó a contar lo que recordaba. “En ese entonces yo era un pibe de 22 años y en Gesell estábamos medio aislados de lo que venía pasando. No tomé conciencia en el momento de lo que esos cuerpos significaban. Pero después nos enterábamos de que en el vecino Partido de La Costa se habían encontrado varios porque teníamos contactos con los bomberos de la zona. Fui a declarar varias veces a Dolores por todo lo que vi. Como bombero tenés que actuar en muchas circunstancias diferentes, pero lo que nunca me habían enseñado era a ir a recoger cadáveres de desaparecidos a la orilla del mar”.
La aparición de los desaparecidos
Durante muchos años las historias de cadáveres aparecidos sobre las orillas argentinas durante la última dictadura eran parte de cierta mitología costera: muchos aseguraban haber visto u oído algo al respecto, y así se lo contaban a sus hijos, nietos y conocidos, o incluso a turistas ávidos de relatos lugareños.
Así permanecieron en el anonimato de la impunidad durante tres décadas, hasta que el Equipo Argentino de Antropología Forense los exhumó y pudo comprobar la vieja sospecha: esos cuerpos pertenecían a víctimas de los siniestros vuelos de la muerte, cruel final que “el Proceso” le dio a muchos desaparecidos. El trabajo fue realizado en los cementerios de Lavalle, Madariaga y Villa Gesell; es decir, los tres más cercanos a las orillas que durante aquellos veranos se habían convertido en morgues de arena.
El EAAF es una ONG creada en 1984 como respuesta a la necesidad de identificar tumbas NN sospechadas de contener restos de desaparecidos. El equipo, con gran prestigio a nivel mundial, llevó su trabajo al resto de Latinoamérica, Bosnia, Angola, la ex Yugoslavia y Kurdistán, además de trabajar en el reconocimiento de los restos del Che Guevara en Bolivia.
En el caso particular de los cadáveres en las playas bonaerenses, el Equipo de Antropología Forense pudo proceder gracias a que la Cámara Federal de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de Buenos Aires autorizó en 2004 la exhumación de quince cuerpos encontrados principalmente entre 1977 y 1978. Después de un largo trabajo, varios de ellos pudieron identificarse: la monja francesa Léonie Duquet y las Madres de Plaza de Mayo Azucena Villaflor, Ángela Aguad, Esther Ballestrino y Mari Ponce fueron algunas. Todos fueron encontrados en el cementerio de General Lavalle, donde ahora funciona un sitio de la memoria.
“Aunque es imposible establecer un número preciso, hablamos de miles de personas arrojadas en los vuelos de la muerte. Igualmente de los que se tienen registro son unos cincuenta cuerpos, aproximadamente”, explicó Maco Somigliana, miembro del Equipo Argentino de Antropología Forense, en el libro El ojo que espía.
El músico El Soldado en el memorial sobre las víctimas de Vuelos de la Muerte en el Cementerio de Lavalle | Foto del autor La primera tanda de hallazgos se produjo en diciembre de 1977, cinco en total, entre ellos los de distintas Madres de Plaza de Mayo y el de Duquet. Pero exactamente un año después fue cuando se produjo la mayor cantidad de apariciones. “Que los cuerpos hayan aparecido en un mismo mes de dos años distintos puede responder a distintas teorías. Una es que en ambos casos se habían registrado fuertes sudestadas en los días previos, pero también puede tener que ver con que en diciembre hay más gente que en otras épocas del año, y por lo tanto existían más posibilidades de que los cadáveres puedan ser vistos”.
En efecto, en diciembre de 1978 se registraron once cuerpos en el Partido de La Costa, pero a estos se les agregaron tres en Pinamar y uno en Villa Gesell, distrito en el que se cree que hay al menos un cuerpo más por identificar. Esta cifra tiene que ver con los datos documentados en la burocracia estatal (como las actas de los cuerpos de bomberos, las pericias policiales o los cementerios), aunque a juzgar por los comentarios de distintos testigos presenciales está claro que hubo otros cadáveres que no quedaron asentados en papeles.
Si bien las identificaciones que el EAFF logró establecer fue en base a tumbas NN en cementerios de Lavalle, Gesell y Madariaga, no se descartan entierros similares en otras necrópolis de la región. “Hay un hallazgo en la Bahía de Samborombón por parte de un paisano que se metió a buscar una vaca y encontró un cadáver. Dio aviso y estuvieron un día para retirarlo, porque la zona es fangosa y de difícil acceso para vehículos, más aún en esa época. La persona fue enterrada en el cementerio de Dolores, pero nunca se pudo establecer el lugar”, apunta Somigliana. Es por esto último que el trabajo del EAFF aún no se ha agotado: aún hoy siguen trabajando en tumbas y fosas de la zona buscando más novedades.
A pesar de que el trabajo resulta complejo e inagotable, la identificación de las víctimas de vuelos de la muerte en cementerios cercanos a la Costa Atlántica fue importante porque le añadió un nuevo eslabón a la cadena de los vuelos de la muerte, que hasta entonces se venía reconstruyendo con testimonios presenciales, causas judiciales e investigaciones, pero aún sin encontrar cuerpos. Se estima que gran parte de los cadáveres aparecidos en las playas durante diciembre de 1978 pertenecían a secuestrados en El Olimpo, centro clandestino de detención que cerró en plena Dictadura y ello obligó a darle nuevo destino a sus cautivos.
Con la promesa de ser trasladados a una cárcel común, los detenidos-desaparecidos eran inyectados de pentotal sódico, un barbitúrico anestésico, y luego subidos a una avioneta o helicóptero de la Fuerza Aérea que salían desde la base militar del Aeroparque de Buenos Aires, la Brigada Aérea de El Palomar o Campo de Mayo. Pero en realidad estaban siendo dopados para ser arrojados en pleno vuelo con más facilidad. El mecanismo fue depurándose sobre la marcha: con el tiempo los asesinos comprendieron que era mejor amputarle las extremidades y quitarles la ropa para dificultar aún más la posibilidad de que sean reconocidos. Por las dudas, también los ataban con sogas o alambres.
El primer militar que reconoció la existencia de los vuelos de la muerte fue Adolfo Scillingo, quien se entregó en España y allí fue condenado a mil años de prisión. Otros pilotos cometieron el descuido de comentarlo ante personas que los acusaron en la justicia, como les sucedió a Emir Sisul Hess, Julio Poch o “el Colorado” Ormello. Fueron los primeros indicios fehacientes “desde adentro” sobre la existencia de un plan sistemático de desaparición de personas a través de esa siniestra operatoria.
Según reconstruyó el ya fallecido fiscal Federico Delgado tras escuchar a más de 600 testigos, los vuelos de la muerte eran realizados con aviones de la Fuerza Aérea, desde los cuales se arrojaba a “hombres y mujeres, siempre encapuchados o tabicados, esposados entre sí, con ropas sucias, en estado consciente; caminaban en fila ayudándose mutuamente y tenían aspecto muy deteriorado”.
De ese modo los cuerpos desnudos y mutilados fueron cayendo en distintas partes, desde el Delta del Paraná hasta aguas uruguayas, aunque las corrientes de los ríos y del océano devolvieron a muchos de ellos a la superficie. Así aparecieron uno tras otro en distintas localidades balnearias no sólo de Argentina, sino también de Uruguay. Todos fueron enterrados como NN en tumbas sin mojonear, o incluso en fosas comunes. Algunos fueron identificados. La pregunta es cuántos faltan encontrar.
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Movilización en La Plata: "Marchamos contra la represión y la impunidad de ayer y de hoy"
23 de marzo, por A 49 años de la dictadura genocida — Política, La Plata, Berisso y Ensenada, Libertades Democráticas, Provincia de Buenos Aires, La Plata, 24 de Marzo, Bloque3 A4 4, Política, La Plata, Berisso y Ensenada, Libertades Democráticas, Provincia de Buenos Aires, La Plata, 24 de Marzo, Bloque3 A4 4La Multisectorial de La Plata, Berisso y Ensenada, que nuclea a organismos de Derechos Humanos, organizaciones sociales, estudiantiles y de la izquierda, se movilizó de forma independiente en un nuevo aniversario de la última dictadura cívico militar.
Como todos los años, se realizó en la ciudad de La Plata este 23 de Marzo, un día antes de la convocatoria a Plaza de Mayo, la movilización al cumplirse un nuevo aniversario de la última dictadura genocida.
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Si bien la Multisectorial de La Plata, Berisso y Ensenada, que integran organismos de Derechos Humanos, organizaciones sociales, estudiantiles y de la izquierda, realizó un llamado a "construir una gran movilización unitaria este 23", donde los diferentes espacios políticos expresen sus propias consignas, cabecera y recorrido pero partiendo de una misma convocatoria, desde la mesa de Derechos Humanos se rechazó esta iniciativa y finalmente hubo dos convocatorias en la ciudad.
A 49 años, en las calles de La Plata se volvió a denunciar que "Son 30 mil" y que "Fue genocidio". La columna de la Multisectorial finalizó frente a Casa de Gobierno con la lectura de un documento, donde se remarcó las responsabilidades políticas y empresariales de la represión y la impunidad de ayer, y de hoy.
En este sentido, se denunció al gobierno nacional y su plan de ajuste y represión, exigiendo el no pago de la deuda. "El gobierno pacta con el Fondo Monetario Internacional a través de un DNU avalado por el Congreso. Dicho acuerdo no va a ser más que un mayor sometimiento del país a entidades internacionales usureras y como nos demostró la historia siempre termino en mayor pobreza, saqueo de recursos naturales y control de las políticas nacionales", señalaron en la lectura del documento.
"Si llegamos hasta aquí luego de un año de un gobierno que solo ajusta y reparte palos es por la complicidad del peronismo, el PRO, los radicales y las conducciones de la CGT y la CTA que se han dedicado a entregar las conquistas de les trabajadores luego de décadas de lucha y mantener la paz social. Mientras les trabajadores y el pueblo sufrimos el ajuste y la represión, las conducciones peronistas rechazan la lucha en las calles y a la par llaman a poner nuestras expectativas en una salida electoral para dentro de dos años. Lejos están de querer derrotar al gobierno en las calles como lo demuestra su negativa a realizar una movilización en común con esta Multisectorial", remarcaron.
Y finalizaron planteando, "Desde esta Multisectorial reivindicamos nuestra lucha independiente, pero entendemos que es necesario confluir para enfrentar y frenar a este gobierno ultra reaccionario. Es por eso que más que nunca es necesario que el paro del 10 de abril sea activo, con una masiva movilización a Plaza de Mayo. El único camino para derrotar a Milei y su gobierno es a través de la lucha en las calles".
Este 24 la Multisectorial de La Plata, Berisso y Ensenada participará de la convocatoria junto al Encuentro Memoria, Verdad y Justicia en la movilización a Plaza de Mayo.
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Mariano Acosta: la bonaerense de Kicillof y Menéndez desaloja feria de puesteros
22 de marzo, por Ni el derecho a sobrevivir — Sociedad, Zona Oeste del Gran Buenos Aires, Libertades Democráticas, Desalojo, Policía Bonaerense, Merlo, Gustavo Menéndez, Escenario Bonaerense, Feriantes , Mariano Acosta, Sociedad, Zona Oeste del Gran Buenos Aires, Libertades Democráticas, Desalojo, Policía Bonaerense, Merlo, Gustavo Menéndez, Escenario Bonaerense, Feriantes , Mariano AcostaDecenas de familias se la rebuscan para sobrevivir vendiendo diferentes cosas nuevas y usadas. Pero el municipio los trata como delincuentes y les manda la policía, pese a haberles prometido en campaña que podían estar ahí.
Todos los lunes, miércoles, viernes y sábados venía funcionando en el predio de la estación de Mariano Acosta la feria donde decenas de familias vendían diferentes productos para arrimar algo de pan a su mesa. “Con la guita que hacemos cada día le damos de comer a nuestros pibes” dice muy preocupada una de las vecinas feriantes.
Pero repentinamente alguien que se identificó verbalmente como el “Director de ferias del municipio” - sin presentar credencial alguna pero acompañado de la fuerza policial - vino a decirles que ya no podían seguir trabajando allí. Veinte patrulleros juntos envió el gobierno municipal, contra cincuenta familias trabajadoras.
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“Nos quieren sacar de acá”, cuenta la vecina feriante, “y mandarnos a un bulevar que queda a unas cuantas cuadras de acá, donde la gente no entra. En cambio acá tenemos la estación de tren, paradas de colectivo, donde pasa constantemente la gente”.
Y continúa: “A ellos no les importa si allá vamos a poder vender o no. Si nuestros pibes van a tener para comer o no. Nos dijeron que el municipio quiere que no haya ferias en el centro de Mariano ‘para no arruinar la vista'. Quieren que los pobres estemos del otro lado, que nadie nos vea”.
Estas últimas declaraciones bien podrían haber salido de la boca de Jorge Macri - el jefe de gobierno porteño del PRO - quien ha ordenado los violentos desalojos de manteros en el once, en el centro y en otros lugares de la ciudad de Buenos Aires. Evidentemente, a la hora de reprimir y desalojar a quienes se le rebuscan con un puesto o una manta ante la falta de empleo formal - y hasta informal - las distancias entre los “nacionales y populares” y la derecha gorila se acorta.
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Ya en 2023 los habían desalojado. “Nos mandaron allá al fondo al 34 - el Km 34 de la RP 40 [NdA]- donde no va nadie y perdés todo el día para ganar dos pesos con cincuenta. Pero volvimos a ponernos acá, porque no nos queda otra”, cuenta la vecina.
Y prosigue: “Acá hay muchos que van a cirujear a la capital, juntan lo que allá se tira, lo reacondicionan y lo venden para ganarse unos pesos. Y eso le sirve a los más pobres para comprar alguna ropita barata para sus hijos, o cosas de cocina, que si no, no la pueden comprar. Acá somos todos trabajadores ganándonos el pan”.
El relato de pobreza y supervivencia conmueve. Es que gobierno tras gobierno vienen empobreciendo a la mayoría de la población para pagar la deuda al FMI y que un puñado de ricos se enriquezca aún más. Un ataque que el gobierno de Milei profundizó brutal y descaradamente.
De esta manera el intendente de Merlo @gustavomenendez ocupa la plaza de Mariano Acosta con patrulleros y policías para echar a los feriantes, que trabajan para dar de comer a sus hijxs. A los ataques del gobierno nacional de @JMilei se suman los del intendente de Merlo. pic.twitter.com/TJMt7t3bQ2
— Maxi Oviedo (@MaxiOv13) March 21, 2025
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Ellos generaron la pobreza tapándole todas las posibles salidas al pueblo trabajador. Y cuando estos se la rebuscan vendiendo algo en una feria, les mandan a la policía. Mientras la estafa con criptomonedas de Milei y su entorno sigue impune. La ley bases votada por senadores como Kueyder - que a cambio recibió cientos de miles de dólares que encontraron cuando intentaba fugarlos al Paraguay - sigue en pie y vigente.
Para los grandes ladrones de guante blanco, la impunidad más absoluta. Para el laburante que se la rebusca para alimentar a su familia: policía.
El concejal de Merlo (mc) por el PTS en el Frente de Izquierda David Maidana, se solidarizó con las familias desalojadas y repudió el accionar de la policía de Menéndez y Kicillof.
Por la noche de ayer el predio seguía ocupado por la policía, y esta mañana se esperaba una nueva manifestación de los feriantes. Desde la Izquierda Diario seguiremos reflejando y acompañando su pelea. Mientras exigimos que se les dé una pronta respuesta a sus necesidades
Feriantes protestan en la calle ante un descomunal operativo policial que les impide trabajar
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Es médico del Hospital Bonaparte y apoya a los jubilados, pero para Bullrich es un “barrabrava”
22 de marzo, por Alejandro Todaro — Política, Libertades Democráticas, Criminalización de la protesta social, Jubiladas y jubilados, Patricia Bullrich, Represión, Hospital Laura Bonaparte, Política, Libertades Democráticas, Criminalización de la protesta social, Jubiladas y jubilados, Patricia Bullrich, Represión, Hospital Laura BonaparteUna desmentida al Gobierno en primera persona. El psiquiatra Alejandro Todaro trabaja hace diez años en el hospital que Milei quiso cerrar y no pudo. El miércoles 12, frente al Congreso, fue el primero de 114 detenidos ilegalmente. Nunca va a la cancha, pero Bullrich le aplicó derecho de admisión. Aquí cuenta oscuros detalles de su detención y afirma: “No hay que comerse el ‘show del miedo', a ellos lo que les jode es la movilización”.
Desde hace una década Alejandro Todaro es uno de los médicos psiquiatras del Hospital Nacional en Red Licenciada Laura Bonaparte (ex Cenareso) . Junto a sus compañeras y compañeros es parte de la dura pelea por defender al hospital de los embates del gobierno de Javier Milei, que quiso cerrarlo en octubre pero fracasó ante la férrea resistencia del personal, los pacientes y la comunidad.
Sin proponérselo, desde el miércoles 12 de marzo el profesional de la salud se convirtió en una verdadera “síntesis” de mucho de lo que significa el “plan de guerra” de La Libertad Avanza contra los derechos de la clase obrera y los sectores populares. Trabajador de una institución bajo amenaza de “motosierra” y, a la vez, víctima de una causa armada por el plan de criminalización de la protesta orquestado desde el Ministerio de Seguridad.
“Creo que fui el primero al que detuvieron ese miércoles”, dice Todaro en diálogo con La Izquierda Diario. Junto a otras 113 personas fue “cazado” al voleo en las inmediaciones del Congreso. Como lo hizo otras veces, había ido a apoyar el emblemático reclamo de jubiladas y jubilados. Hasta que un fallo de la jueza porteña Karina Andrade lo liberó (junto al resto) por falta de pruebas, se comió preso más de diez horas, durante las cuales vio y escuchó un sinfín de ilegalidades.
Lo detuvieron el mismo día en el que habían convocado a marchar hinchas de los más diversos clubes de fútbol, a quienes sin pruebas ni pruritos el Poder Ejecutivo acusó de “barrabravas” para justificar la represión. De hecho le acaban de aplicar a él y a otras 25 personas el “derecho de admisión” a espectáculos deportivos. “Pero yo ni voy a la cancha ni me interesa el fútbol”, dice casi riéndose, pese a que es consciente del atropello de Bullrich contra sus derechos más elementales.
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Mientras espera novedades de la irregular causa penal en la que se lo acusa de “atentado y resistencia a la autoridad”, aprovecha un parate en la atención de pacientes en el hospital y conversa con este medio sobre lo que pasó, lo que pasa y lo que cree que tiene que pasar.
Haciendo cosas raras
¿Cómo fue el momento de tu detención?
Yo estaba en Rivadavia y Entre Ríos, había llegado un rato antes de la convocatoria. Fui solo, por las mías, aunque sabía que ahí me iba a encontrar con compañeras y compañeros del hospital. Ya habíamos participado de otras marchas de los jubilados. Como quedó registrado en mis redes, a las 16:36 subí una historia mostrando cómo se me venía encima un camión hidrante. Les grité “dejen de reprimir” y me empezaron a gasear. No podía abrir los ojos. Sentí que me agarraban entre varios policías y me esposaron. A las 16:40 ya estaba detenido. Yo les decía “no me estoy resistiendo”, buscando que se calmen. Ellos me decían “tranquilo, está todo bien, no te va a pasar nada”.Secuencia de la detención de Todaro en Rivadavia y Entre Ríos | Primera foto Filo News - Fotos restantes Enfoque Rojo ¿De ahí a dónde fueron?
Primero a un costado de la calle, quedé junto a una chica que también agarraron. A los 15 minutos nos llevaron a la otra esquina del Congreso, por Entre Ríos, donde había vallas y tenían camiones celulares. Creo que había también periodistas, que a nosotros nos preguntaban los nombres y DNI y a los policías a dónde nos iban a llevar. Pero ellos no respondían. Al rato nos subieron a uno de los móviles y arrancaron.¿Sabían adónde los trasladaban?
No, no nos decían. Y con los ojos cerrados no podía ver por dónde íbamos. Dimos vueltas por más de media hora, hasta que nos bajaron y metieron en un edificio. Ya alojados en una especie de oficina, logré ver un cartel que decía algo así como “Punto de Acceso a la Justicia - Balvanera”. Cuando salí, como a las tres de la madrugada, comprobé que estábamos a media cuadra del Congreso, en las oficinas del Ministerio Público Fiscal de Combate de los Pozos 155. Nos habían “paseado” por la Ciudad para desorientarnos.Pese a haber sido alojados a metros del Congreso, la jueza Andrade dice que a ella desde la Fiscalía le informaron que las primeras detenciones (entre las que está la tuya) se produjeron “a las 17.40”, es decir una hora después.
Es totalmente falso. Incluso hubo pibes a los que tuvieron más de tres horas dentro de un camión. Todo lo que informaron es falso.¿Cómo fueron esas primeras horas?
Recién cuando nos tomaron los datos y las huellas, que habrá sido unas dos o tres horas después de la detención, llegó gente de la Defensoría Pública. Nos informaron que estábamos en una oficina del Ministerio Público Fiscal y nos pusieron al tanto de cómo serían los trámites. En esas horas me fui haciendo a la idea de que podía estar un buen tiempo preso.¿Cómo los trataban los policías?
Cuando todavía éramos tres detenidos, mientras nos fichaban apareció uno de los que nos custodiaban con un banner de la Policía Federal, lo desplegó y nos hiceron posar junto a ellos para tomarnos fotos de frente y perfil. Eso me resultó muy raro. Además, al sacar la foto ellos agachaban la cabeza y ocultaban sus caras con las viseras de la PFA. Les pregunté para qué eran eso, porque claramente no era un trámite judicial, y uno me respondió “es para nuestro jefe, que nos pide fotos de todo”. No le seguí discutiendo, obviamente era algo armado.Claro, esos banners, como se ve habitualmente en las noticias, se usan en procedimientos callejeros o en dependencias policiales, pero en ese momento ustedes estaban judicializados, por lo que cualquier accionar policial debía ser ordenado por el fiscal, no por los caprichos de los jerarcas de la fuerza. ¿Qué otras irregularidades presenciaste?
Por ejemplo, cuando ya éramos varios detenidos los mismos policías empezaron a hacernos preguntas a cada uno mientras anotaban las respuestas en una especie de app en sus teléfonos. Como llenando un formulario. Además de nuestros datos, nos hacían preguntas muy sospechosas, como a qué nos dedicamos, si habíamos ido con alguna organización e incluso cuánto ganábamos de salario y si nos alcanza para vivir.Entre los detenidos, ¿había gente a la que podrías identificar como “barrabrava”, según la definición de Bullrich?
No, nada que ver. Había detenidos de todas las edades, desde veinte a sesenta y pico. Sólo tres o cuatro tenían camisetas de fútbol y, obviamente, no tenían nada que ver con barrabravas. Esas acusaciones son parte del “show del miedo” que quieren transmitir.¿Pudiste comunicarte con algún ser querido?
Si bien no nos sacaron los teléfonos, nos impedían usarlos. Sólo nos dieron un celular de la Defensoría para poder avisar de nuestra situación a algún familiar o amigo. Pude contactarme con mi compañera varias horas después de la detención.¿Y les tomaron alguna declaración?
No sólo no nos informaban de nuestra situación sino que tampoco nos preguntaban nuestra versión de los hechos. Recién varias horas después de estar detenidos nos dijeron que se nos acusaba de “atentado y resistencia a la autoridad”. Y cuando ya era de noche nos leyeron nuestros derechos. Antes de liberarnos nos dijeron que dentro de los cinco días hábiles teníamos que presentarnos en el mismo lugar para “comparecer”. Fui el lunes a la mañana. Ahí tampoco me tomaron declaración.Contaste en otras entrevistas que llegaron a ser 21 personas detenidas en una misma sala. ¿Cómo fue el clima durante todo ese tiempo?
Nos tuvieron a los 21 en un salón, una especie de sala de espera con filas de bancos largos.En la misma sala teníamos entre veinte y treinta efectivos de la Federal custodiándonos. Más tarde esos canas fueron reemplazados por gendarmes, que con las horas terminaron yéndose de a poco. Al final sólo quedó un grupito de federales. Yo sentía que había algo “flotando” en ese lugar, como que todos nos decíamos “che, esto es cualquiera”. Y con las horas surgió una especie de “camaradería” o “compañerismo” entre nosotros. Cuando cayeron los últimos detenidos, ya de noche, uno estaba bastante golpeado, pero lo primero que hizo al vernos fue saludarnos y decirnos “¡vamos compañeros!”. Ahí hubo como un aplauso, mientras los canas tenían cada vez más cara de culo.Quedaba más que claro todo
Sí. Hubo un momento muy emocionante, cuando nos dijeron que nos iban a trasladar a (la Alcaldía ubicada en la calle) Madariaga en dos tandas, una de diez y otra de once, se paró uno y nos dijo ‘chicos, yo soy jubilado, cobro $ 350 lucas, les quiero agradecer a todos'. Aplaudimos y a algunos se nos escaparon algunas lágrimas, con lo que nos volvían a picar los ojos.¿Cómo fue el momento de la liberación?
Durante la noche nos empezó a llegar algo de información de afuera. Por ejemplo, que había mucha gente que se concentraba en Plaza de Mayo, algo que nos sorprendió y alegró mucho. Cuando salimos fue emocionante ver a compañeras y compañeros del hospital esperando en la puerta, algunos de ellos que acaban de ser echados por el Gobierno.<script async src="//www.instagram.com/embed.js"></script>
¿Qué dicen tus seres queridos?
En las primeras horas se asustaron bastante, sin saber dónde estábamos y qué iba a pasar con nosotros. Unos amigos habían ido a Madariaga y les dijeron que no sabían nada, lo cual los preocupó aún más, con esos recuerdos que nos quedan de la dictadura. Después también está el temor que quieren generar. Hay gente que te quiere y te dice ‘no vayas a la marcha, esperá un poco'. Este miércoles fui, pero antes tuve que asegurarles que me iba a cuidar y no exponerme mucho.Derecho de admisión, derecho a luchar
Como se detalló en otra nota, ante la convocatoria de las hinchadas de fútbol, el martes 11 el Ministerio de Seguridad decidió “ampliar el ámbito de aplicación” del derecho de admisión. Ya no se aplica sólo a quienes tengan presuntas “conductas delictivas” en partidos de fútbol sino también en “manifestaciones o congregaciones” callejeras, “cualquiera sea su naturaleza”.
Tras la marcha del miércoles 12, Bullrich no dudó en aplicar esa novedad sobre parte de los 114 detenidos. Sin pruebas (lo que motivó la pronta liberación de todos) el Ministerio los tildó de “barrabravas” que “produjeron desmanes, arrojaron proyectiles y objetos punzocortantes” contra policías y personas, que destruyeron “vehículos y móviles de las distintas fuerzas” e incluso que “provocaron heridas” a 31 efectivos.
Vía la Resolución 343/2025, publicada el viernes 14 en el Boletín Oficial, Bullrich resolvió “registrar en el Programa Tribuna Segura” a 26 personas, restringiéndoles la concurrencia “a todo evento deportivo en todo el territorio nacional”. De ese total, 20 integran el listado de las 114 personas detenidas sin pruebas.
¿Qué pensaste cuando te enteraste que te aplicaban el derecho de admisión?
Por un lado, en la Defensoría Oficial me dijeron que en la causa hasta ahora “no hay nada”. Pero a la vez está esto del derecho de admisión, donde el Ministerio publica una lista de 26 personas en la aparezco primero. Le pregunté a gente que sabe y me dijeron que, seguramente, ese derecho de admisión no cumpla con las reglas, que una medida así no se puede aplicar por cualquier cosa. De todos modos, aunque a mí no me interesa el fútbol ni voy a la cancha, voy a hacer lo que sea necesario para que me lo saquen.Con el paso de los días, ¿qué pensás de toda esta secuencia de la que terminaste siendo parte, junto a otra mucha gente?
Para mí lo central de todo esto es el accionar del Gobierno, que va como “creando realidad” en todo momento. Instalan una mentira y se empieza a discutir sobre la mentira, no sobre lo que pasa de verdad. Lo de los mensajes en las estaciones y trenes es fuerte, amenazando a quien quiera “atentar contra la República”. ¿Cuándo los civiles en Argentina atentaron contra la república? Nunca. Siempre fueron policías y militares.Incluso quisieron instalar muchas mentiras alrededor del intento de asesinato de Pablo Grillo
Claro, quisieron hacer lo mismo. Con Grillo recién ingresado a terapia intensiva Bullrich salió a decir por los medios que “es un kirchnerista que trabaja en Lanús”. Estuvieron dos días queriendo instalar eso. Pero el caso es tan grave que al final no pudieron. Sin embargo, parte del debate termina siendo si a un kirchnerista se le vuela la cabeza con una granada o no.<script async src="//www.instagram.com/embed.js"></script>
Bueno, respecto al Bonaparte también buscaron instalar mentiras para justificar su cierre
Es lo mismo, sí. El Gobierno llegó a decir que en el Hospital hay 39 consultorios, cuando en realidad hay 8. De hecho cuando viene mucha gente, que es casi todo el tiempo, terminamos atendiendo en el patio. Pero ellos dividieron la cantidad de pacientes por 39 y dijeron que sobra personal, con lo que terminamos discutiendo sobre una mentira.¿Qué les dirías a quienes tienen bronca por lo que está haciendo el Gobierno pero a la vez dudan de salir a protestar?
Les diría que no se enganchen con el “show del miedo” que quieren instalar. Hay que seguir yendo a las marchas, obviamente cada uno luchando como mejor pueda, sin sentir que se traiciona por no ir, sin sentir que está poniendo en riesgo algo que no quiere. A veces se puede estar de otras formas, ayudando a quienes sí quieren ir, bancándolos en el laburo, esas cosas. Pero hay que seguir yendo. Sueltos, acompañados u organizados, pero estando.En ese sentido, ¿qué pensás de las dirigencias (políticas, sindicales, sociales) que tienen capacidad de convocatoria masiva pero vienen mirando todo por televisión?
Si bien hay excepciones, para mí todos los responsables, a nivel de organizaciones, están bastante perdidos políticamente. No sé si por especulaciones sectoriales o qué, pero no están. Obviamente, es bueno que estén todas las organizaciones que puedan, pero creo que al final las cosas siempre terminan siendo encendidas por los que somos “comunes”, los que no tenemos un rol dirigente. Por eso no queda otra que seguir. Y si hay que inventar nuevas cosas, se inventarán. Creo que es un momento en el que, en los hechos, falta cierta creatividad política.En un sentido lo de las hinchadas fue un “invento” que aportó mucho a que cada vez marcha más gente
Totalmente. Desde ya que el Gobierno habló de “barrabravas” y no de hinchas, pero sin dudas esa movida produjo algo muy bueno. Esas cosas creo que sirven, es cuestión de encontrarle la vuelta. No vamos a poder convencer a todos los que creen lo que dicen los grandes medios hegemónicos, pero somos un montón los que podemos marchar.Y algo de eso pasó también en el Bonaparte, cuando en octubre todos los laburantes junto a pacientes decidieron ocuparlo para evitar el cierre
Cuando se anunció el cierre del Hospital, mientras muchos dirigentes sindicales rosqueban o se hacían los quilomberos, los trabajadores nos organizamos y decidimos quedarnos adentro para defenderlo. Y ahí sucedió algo nuevo. Sabemos que la lucha es compleja, incluso después vinieron despidos. Creo que la intención de Gobierno es hacer mierda el hospital, achicarlo lo más que puedan.¿Vas a seguir marchando por las jubiladas y los jubilados?
Por supuesto. Y voy a ir haciéndome cargo de aquello por lo que peleamos. Ellos no tienen nada que reprimir, lo que quieren es evitar la concentración en la plaza. Les jode la movilización masiva. Por eso tuvieron que construir el relato de los “barrabravas”, para demonizar la convocatoria. Eso es un dato importante. Reprimen la sensibilidad, no la violencia.Alejandro Todaro en el momento de su detención | Foto Milagros Cardozo